CHARLA COMO HABLAR EN PUBLICO 16/06/2010
Algunas manifestaciones crónicas de esta barrera se dan, por ejemplo, cuando observamos que algunas personas se sientan en las últimas filas o en las posiciones poco visibles en un auditorio, para que no se les pida participación, ni se les pregunte nada. Otras veces, hemos visto que, a quienes se les solicita intervención, fingen tos o sordera, o un compromiso de última hora, con tal de no pasar por la experiencia de ponerse de pie y decir lo que piensa, creo o no cree, sabe o no sabe. Otras personas prefieren el anonimato del bullicio, del que todos/as hablen al mismo tiempo, esto les permite camuflarse, fundirse con los/as demás. La razón detrás de cualquiera de estas posibilidades es que no quieren individualizarse.
Nuestra Presidenta... nuestra María... habiendo identificado este fenómeno en gran parte de nosotras, no tuvo mejor idea que darnos una charla de cómo hablar en público. Lo hizo de tal forma, que nos ayudó a deconstruir el fantasma que nos paralizaba y silenciaba.
Para comenzar, eligió un atuendo llamativo, que concitara la atención desde el inicio, era imposible no fijarnos en la oradora. Ensayó con nosostras más de cinco entradas al auditorio, para que viéramos, de una manera práctica, cómo llegar al público, qué transmitir, cómo saludar, cómo buscar y encontrar una reacción en los/as demás.
Leímos juntas, y de pie, un pequeño texto para soltar y modular la voz, aprendiendo la importancia que las pausas y los silencios tienen en la comunicación. Aprendimos la importancia del lenguaje corporal , que debe estar acorde con el lenguaje verbal, para que tanto nuestra voz, como nuestro cuerpo transmitan el mismo mensaje.
Apuntó en la pizarra las cuatro claves para hablar en público, que difícilmente podrán olvidarse. Desde tener en cuanta a quien nos vamos a dirigir, quién nos escuchará... hasta cómo reaccionar ante comentarios comprometedores y poco felices.
María nos dío consejos prácticos, elocuentes y gráficos, y creo que al final de la charla varias asociadas salieron con ganas de echarle ganas a la oratoria, pensando que el miedo y la vergüenza, la hemos aprendido. ¿Porqué sentimos miedo? ¿Por qué pensamos que haremos el ridículo? Que seremos inoportunas o que comentaremos algo sin interes. Esto tiene mucho que ver con nuestra autoestima.
Todas las mujeres tenemos mucho que decir, somos capaces de decir cosas muy importantes, y contribuir con las demás; somos capaces de pensar y transmitir aquello que pensamos, algo que se nos ha negado durante decenas de años, cuando se decía que "las mujeres éramos seres de cabellos largos e ideas cortas"
Felizmente, esas etapas y prejuicios se van superando, y mejor aún, tenemos a una María Ruiz, para que nos siga motivando a explorar nuestras limitaciones y nos sacudamos los prejuicios.